Producción chilena inspirada en el famoso “robo del siglo” regresa a Netflix más densa, intensa y emocional que su primera entrega.
Por Pierine Méndez Yaeger
La segunda temporada de Baby Bandito mantiene la acción y el ritmo, pero se adentra en un territorio más oscuro y psicológico, donde los personajes se exponen desde sus motivaciones más profundas.
Basada en el millonario robo ocurrido en el aeropuerto de Santiago en 2014, la serie se consolidó como uno de los éxitos chilenos más comentados de la plataforma.
Esta nueva temporada, estrenada mundialmente el 22 de octubre de 2025, suma más drama, giros y un pulso narrativo que no decae.
La historia continúa tras la huida de “Kevin” (Nicolás Contreras), quien se ve forzado a regresar al país, desencadenando una serie de enfrentamientos con “los Carniceros”, la familia mafiosa que busca recuperar el dinero robado.
Poder actoral protagónico
En esta segunda entrega, uno de los mayores aciertos es la interpretación de Mauricio Pešutić como Amador Robles, “El Carnicero”.
Con una trayectoria impecable en cine, teatro y televisión, el actor demuestra una vez más su enorme capacidad para dotar de complejidad a personajes que podrían parecer unidimensionales.
Su “Carnicero” no es solo el villano implacable, sino un hombre que manipula desde la inteligencia emocional, que domina a su entorno con estrategia y frialdad, pero también con un sentido torcido del honor y la familia.
Esa dualidad, entre la brutalidad y la lealtad, convierte su actuación en el eje que sostiene el relato.
Pešutić entrega una interpretación de fuerza inusual, llena de matices y silencios que hablan tanto como sus líneas, logrando que el espectador tema a su personaje y lo comprenda dentro de la lógica del poder y la sobrevivencia.
Su trabajo confirma por qué es considerado una de las figuras más sólidas y respetadas de la actuación chilena.
Narrativa más intensa y emocional
La segunda temporada de Baby Bandito no se limita a repetir la fórmula del golpe perfecto. Ahora, los personajes revelan sus fracturas, sus dilemas morales y su humanidad.
El ritmo es más rápido, la tensión más sostenida, y el guion apuesta por una exposición emocional que amplía el universo de la serie.
El resultado es una ficción que evoluciona con madurez: más que una historia de crimen, es una exploración sobre la ambición, la venganza y la lealtad.
Cada personaje carga con una herida, y en medio de esa vorágine, El Carnicero emerge como un símbolo del poder corrompido, pero también de la lealtad hacia los suyos.
Talento actoral pleno y maduro
Y aunque la serie conserva su esencia —el robo, la banda y la huida—, esta segunda temporada es más rica en capas y emociones. Y es justamente la interpretación de Mauricio Pešutić la que da coherencia y profundidad a todo el relato.
Su presencia dota de peso y verdad a una historia que combina acción, drama y tragedia con una factura técnica impecable.
“Como actor, para mí esta serie ha sido una gran oportunidad, donde he podido mostrar otro lado, un lado opaco, en la escena del cine”, comenta Pešutić.
“Trabajar con un equipo tan talentoso y profesional ha sido un privilegio y un agrado, y esta colaboración se refleja en el resultado final que el público disfruta en pantalla”, agrega.
Pešutić también manifiesta su satisfacción por el éxito de la serie y por haber interpretado un rol “que muestra hasta dónde puede llegar una persona para mantener la nobleza y el honor de una familia”.
“Fue un trabajo interesante, muy bonito y que me motivó profundamente; y agradezco a la producción por confiar en mí”, enfatiza.
Con esta entrega, Baby Bandito confirma que el talento chileno puede brillar en producciones globales sin perder identidad.
Y Pešutić, desde su oficio y sabiduría escénica, vuelve a recordarnos que los grandes actores no envejecen: evolucionan.
