Una columna de opinión de Esteban Leyton, director de Elige Crecer, Fundación Chile.
La viralización de las imágenes de verdaderas montañas de ropa desechada en medio del desierto, encendió las alertas respecto a la crisis ambiental que representan. A la vez, puso en evidencia una alarmante realidad: Chile es el mayor importador de ropa de segunda mano, ingresando anualmente 59 mil toneladas a través de Zona Franca de Iquique, de las cuales 39 mil terminan en vertederos clandestinos. Es decir, estamos importando basura.
Esta “noticia local” se inserta en un contexto mundial en que ya diversas organizaciones internacionales han denunciado el impacto de la industria de la moda, que hasta hace poco se había mantenido al margen del debate medioambiental. Una crisis del modelo lineal, fast fashion, que encuentra su imagen probablemente más reveladora en los basurales clandestinos de la Región de Tarapacá, ubicados en su mayor parte en la comuna de Alto Hospicio, convertida inesperadamente en epicentro del desecho textil, en medio de una situación de alta vulnerabilidad social.
Esta comuna registra una alta precariedad en el empleo femenino: 54% de las mujeres entre 30 y 44 años, con educación media, tienen trabajos informales, siendo además jefas de hogar en familias monoparentales, con escasas redes de apoyo y -por lo tanto- con enormes dificultades para acceder a un cupo laboral sin flexibilidad.
Comenzar a darle una vuelta a ese destino fue la motivación de Desierto Circular, iniciativa presentada por la destacada diseñadora de vestuario Lupe Gajardo, organizada por Fundación Chile y la Municipalidad de Alto Hospicio, a través de su Corporación Municipal, más la colaboración de Elige Crecer de Teck Quebrada Blanca y la agrupación Desierto Vestido.
Ver materia prima y no simplemente desechos en los microbasurales fue la propuesta de Desierto Circular. La iniciativa consideró un taller de técnicas artesanales de tejido textil y para 23 mujeres hospicianas, en condición de cesantía o trabajo independiente y con una base de conocimientos de estas labores. Ellas utilizaron prendas de vestir rescatadas de los vertederos ilegales de la comuna, para cocrear junto a Lupe una exposición de dos habitáculos presentados en el Centro Cultural de Alto Hospicio, que invitan al emprendimiento y el reciclaje.
Así fue como, durante una semana el grupo obtuvo conocimientos de costura de la connotada diseñadora nacional, que además es un referente en la creación de prendas con materias primas nacionales y sin desperdicios. Concluido el taller, recibieron una máquina de coser para ampliar sus oportunidades de autoempleo desde sus hogares y contar con mayor autonomía económica y tiempo de calidad con sus hijos, a través de la moda sustentable.
El primer encargo llegó de inmediato: fabricar los adornos para el árbol navideño del hotel Mandarín Oriental, en la comuna de Las Condes, utilizando ropa desechada para una “Navidad Circular”. Un buen indicio de las puertas que se abren para ellas.
“Desierto Circular” fue un trabajo intensivo y principalmente colaborativo, donde confluimos instituciones públicas y privadas, más las ganas y el empuje de las mujeres de Alto Hospicio, para identificar una oportunidad desde esta problemática de desechos y precariedad social, utilizando los desperdicios como materia prima para crear, emprender e innovar.