- Una columna de opinión del Dr. Francisco Barrera, director Asociación Chilena de Hepatología, filial Sociedad Chilena de Gastroenterología.
El 12 de junio es el Día Mundial del Hígado Graso, por lo que como Asociación Chilena de Hepatología hacemos un llamado a cuidarnos de esta enfermedad. En Chile hemos observado un aumento progresivo en su frecuencia en las últimas décadas llegando a una prevalencia poblacional estimada en 30-40% según datos de la última Encuesta Nacional de Salud. Esto representa una de las más altas prevalencias a nivel mundial y ha llevado a que esta enfermedad sea actualmente la principal causa de cáncer hepático y cirrosis en nuestro país.
El hígado graso se produce por un aumento en la cantidad de grasa en el hígado, lo cual está determinado por factores ambientales y genéticos. Los hábitos de vida sedentarios, la alimentación poco saludable, el consumo excesivo de alcohol favorecen la acumulación de grasa hepática. Las personas con obesidad y diabetes tienen altas prevalencias de la enfermedad (70-90%) y son particularmente susceptibles a desarrollar daño hepático progresivo, cirrosis y cáncer. Por otra parte, existen diversos genes que aumentan el riesgo de desarrollo de hígado graso y sus complicaciones, uno de los más conocidos es el PNPLA3. Este gen tiene una muy alta presencia en nuestra población lo que explica en parte la alta prevalencia del hígado graso entre los chilenos. Afortunadamente los sujetos que portan la forma agresiva de PNPLA3, pueden reducir el riesgo en forma importante maximizando su estilo de vida saludable.
Otros factores asociados a la heredabilidad del hígado graso se relacionan con el aprendizaje de hábitos de vida no saludables en las familias, lo que determina mayor riesgo en los niños. Las madres con obesidad y resistencia a insulina pueden modular la expresión genética en sus hijos durante el embarazo y lactancia, haciéndolos más propensos a desarrollar esta complicación. La flora intestinal participa en el desarrollo de hígado graso y ésta también está determinada en parte por transmisión familiar.
Es por esto que invitamos a todos los chilenos a evitar el desarrollo de hígado graso. Para esto recomendamos una alimentación saludable, rica en frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, aceite de oliva, carnes blancas, en particular pescados, y evitar el consumo de comidas hipercalóricas como dulces, pasteles, tortas, helados, golosinas, bebidas y jugos azucarados y alimentos ricos en grasas como cecinas, mantequillas, margarinas, exceso de carnes rojas en particular cerdo y cordero. Se sugiere evitar comer en las noches, cuidar el buen dormir, y evitar el consumo excesivo de alcohol. La vida activa, preferir caminar, subir escaleras, realizar actividades de recreación al aire libre no relacionadas con el consumo de alimentos, y el ejercicio 150-200 minutos por semana, nos permitirá prevenir de buena forma esta enfermedad y sus consecuencias. ¡Seamos activos y cuidemos nuestro hígado!