- Una columna de opinión de Camila Martínez, ingeniera civil telemática y mentora del programa PROVOCA de AUI/NRAO provoca.org
Estamos a mediados del 2023 y los avances en tecnología son innegables. Hace muy poco todos quedamos impactados con el lanzamiento que hizo la empresa Open AI y su herramienta Chat GPT, la cual ha sido un tremendo avance en aplicaciones de Inteligencia Artificial que cualquier persona puede utilizar, desde planificar un viaje hasta escribir una carta de postulación a un postgrado. Sin embargo, a pesar de los avances diarios en tecnología que tenemos, sigue existiendo un número limitado de mujeres con la confianza necesaria en sus habilidades técnicas para postular a los distintos puestos de trabajo disponibles en el área.
Así lo ví en mi trabajo en el último llamado a vacante de «Ingeniería de Software», al cual menos del 20% de los postulantes fueron mujeres e incluso a pesar de este bajo porcentaje, la elegida para el cargo fue una mujer, lo que confirma que reunía todas las habilidades para ese puesto.
Desafortunadamente, veo que estas cifras no han cambiado mucho desde que yo entré a estudiar Ingeniería Civil Telemática en la Universidad de la Frontera, en Temuco (la ciudad donde nací y crecí). Hace unos 10 años, de unas 60 personas que ingresamos entonces, solo habíamos 4 mujeres, y lo que aún duele más fue el caso de una compañera, quien pese a su interés y potencial, tuvo que dejar los estudios para ayudar a su familia en las actividades del campo, ya que nos encontrábamos en la región más pobre del país y ella no tenía otra opción.
Lamentablemente, el escenario anterior no es muy distinto de lo que estamos viviendo como país en el área, e incluso a nivel regional, en donde según un estudio de IT-Talent, Chile es el país latinoamericano con menor número de mujeres que trabajan en tecnología con tan solo un 18% de participación femenina. Este número está incluso por debajo del promedio regional que es un 23% y muy por debajo de países como Perú (41%) y Argentina (45%). Como declara el mismo estudio, esta cifra es alarmante si se considera que aproximadamente al año 2050, un 75% de los empleados de una empresa deberá tener conocimientos en estos ámbitos.
Lo anterior, me lleva a preguntarme ¿qué estamos haciendo como país y/o sociedad para equilibrar estas cifras?, ¿cómo hacemos que más niñas y mujeres se interesen en carreras del área STEM?. Creo que la respuesta debe estar en crear modelos de rol para estas chicas. Sólo así ellas podrán darse cuenta que estudiar ingeniería sí es posible y no es difícil. Que ellas son capaces de realizarlo, ya que tienen todas las capacidades y habilidades para lograrlo…¡no hay que ser genias!. Pero creo que no se trata sólo de dar algunos ejemplos de mujeres exitosas en el área, sino de crear una red de apoyo suficiente para que ellas puedan sentirse seguras de realizar preguntas, contar sus historias, aclarar dudas. Que sepan que es normal que un día sientan que no pueden, porque todas hemos pasado por eso, pero al día siguiente nos podemos levantar de nuevo, quizás pedir ayuda, o buscar un nuevo enfoque y solucionar ese problema que veíamos difícil de superar.
Hace unos años me formé para ser parte del programa de mentoría PROVOCA, que es una iniciativa que busca despertar vocaciones científicas y aumentar la participación de grupos subrepresentados, acompañando y guiando a estudiantes en las distintas etapas de su camino científico y profesional, entregándoles herramientas para mejorar su formación, su comunicación y liderazgo. Y es que estas estrategias son claves a la hora de realizar un cambio en las cifras anteriores mencionadas. No nos podemos quedar sólo con el hecho de aumentar el número de becas para mujeres en ingeniería (que sin duda es un tremendo apoyo), creo que debemos ir más allá y crear planes de retención exclusivos para mujeres, que les permitan sentirse apoyadas y acompañadas durante su decisión de estudiar ingeniería y/o una carrera en el área STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática).
Tengo la convicción de que esta es una de las mejores formas de solucionar la gran brecha de género que tenemos actualmente en el área y así podamos brindarle los profesionales que Chile necesita para enfrentar los nuevos avances tecnológicos que tendremos en el futuro. ¡Cambiar realidades femeninas depende de nosotras mismas!